Muchas veces la misma pregunta, ¿en qué momento apareciste y te instalaste tan fuerte en ese corazón que ya no creía en nada ni en nadie? pregunta a la que no le puedo dar respuesta; apareciste de la nada, a veces pienso que fue el destino, otras, la mayoría de veces, prefiero creer que Dios fue bueno conmigo y te puso ahí, donde pudiera verte y hacerte parte de mi vida.
Pequeño pretexto, la entrega por amor al prójimo fue lo que nos hizo darnos la mano, mirarnos a los ojos y respirar tan profundo que nos hizo perdernos en eso llamado amor, un amor que da vida, que da energía que da motivos para seguir creyendo en magia, en ilusiones y en total entrega.
Un amor muy parecido a un electrocardiograma, subidas y bajadas, pero siempre con el latido presente, con dudas, con incertidumbre, pero siempre buscando la luz que despierta el calor de la piel y nos hace despertar a la entrega, a la libertad con total pasión.
¿Dé donde llegaste? no importa, lo que pido a diario es que te quedes presente por el tiempo que me quede de vida.
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