miércoles, 15 de noviembre de 2017

En las manos equivocadas

¿Cuántas veces me pregunto la razón por la que puse mi corazón en las manos incorrectas?

Al pasar de los días el sentimiento de enojo, de frustración, de decepción se hacen más grandes, el no poder verte a los ojos y decirte lo que siento y lo que pienso hace que mi herida no sane y mi círculo no cierre, que mis emociones continúen a flor de piel.

Y es que la cobardía de no verme a la cara fue tu mejor escudo y el pretexto suficiente para salir corriendo y dejar todo atrás sin importar que podía yo sentir.

La preguntas sin respuestas, el círculo sin cerrar, el amor que no desaparece y mi gran vacío.

Maltratar, maldecir, gritar, no valen ya la pena, solo me queda sanar el corazón para no seguir sintiendo ese odio que corroe mi ser.

Si de algo sirve, sólo se que a diario le pido a Dios por ti y por tu seguridad, porque esa misma equivocación, traición o infidelidad de la cual fui parte no lleve a tu vida el caos y la destrucción de tu mundo.

En las manos equivocadas, si, pero con la dignidad reconstruyendose poco a poco...